12 abr 2009

Onirología


Ya que he decidido meterme de lleno en el mundo onírico, he estado investigando por la red sobre el tema, y de paso aprendiendo cosas nuevas que nunca está de más. En este post voy a trasladar algo de ese conocimiento que otros han plasmado antes que yo en esta gran enciclopedia que es Internet. Voy a hacer un breve recorrido por lo que fue la historia de la onirología en sus principios hasta el Imperio Romano.

Ya en las primeras civilizaciones mesopotámicas así como en el antiguo Egipto, los sueños ocuparon un lugar preferencial en las concepciones espirituales y religiosas de ambas culturas. El pueblo sumerio aceptaba el origen divino de los sueños y existía una casta, los Ensi, especializada en la interpretación de los mismos. En Sumer se daba la práctica de la incubación, que consistía en acudir a pernoctar a determinados templos con el objeto de recibir a través de los sueños importantes directrices para la vida del consultante.

En las civilizaciones mesopotámicas como la Asiria, la Acadia y la Babilónica los sueños eran considerados como revelaciones de la voluntad divina o demoníaca. Los Shabru eran unos sacerdotes especializados en la interpretación de los sueños y también se practicaba la incubación.

También en el Antiguo Egipto los sueños eran un elemento importante en el conjunto de creencias de la cultura egipcia. De esta cultura se conserva lo que se podría considerar el primer tratado de la Historia sobre los sueños, pues en el papiro Chester Beatty III que data del 1350 a.c., se incluye una larga serie de sueños, hasta 108, con sus respectivas interpretaciones. Del análisis del texto se desprende que el método interpretativo de los antiguos egipcios era muy mecánico, a cada imagen onírica correspondía un determinado significado, sin embargo tal clave interpretativa podía estar basada en un juego de palabras o en una inversión del sentido. Los templos consagrados a Isis y Serapis fueron los más importantes en cuanto a la práctica de la incubación.

La Grecia clásica recogió todas estas influencias culturales. Destaca Heráclito de Éfeso, según el cual para la mayoría de los hombres, ignorantes del “Logos”, permanece oculto cuanto hacen en la vigilia del mismo modo que no son conscientes de cuanto hacen cuando están durmiendo. Los ígnaros, esto es, los hombres que se guían exclusivamente por los sentidos y por la opinión, son asimilados a los que sueñan. Por lo tanto los que duermen, al soñar viven en un mundo privado regido por un logos particular y engañoso, aunque sin saberlo colaboran con el Logos universal, que se olvida mientras se sueña, lo cual provoca la caída en un estado de irracionalidad del que se sale al despertar, momento en el que se recupera la razón.

Los antiguos griegos distinguían dos tipos de sueños, los valiosos y significativos y los engañosos o no significativos, según procedieran a través de la puerta del cuerno o de la de marfil. Creían pues en el origen divino de los sueños y en su capacidad mántica. También en Grecia se dio la práctica de la incubación, siendo no menos de 240 los templos consagrados a Asclepio, dios de la medicina, donde tales rituales se llevaban a cabo.
Probablemente sea Demócrito, natural de Abdera, el pensador con el que se inaugura para el hombre la posibilidad de concebir los sueños como un fenómeno natural y abordar con cierta racionalidad el fenómeno onírico. De acuerdo con su teoría todos los objetos están formados por átomos y emiten de continuo imágenes (eidolas) de si mismos, gracias al flujo de átomos que de ellos se desprenden. Estas imágenes penetran en el cuerpo a través de los poros y de allí pasan al alma donde se constituyen en imágenes de los objetos. He aquí la razón por la cual soñamos, pues mientras dormimos las imágenes o ídolos de las cosas siguen penetrando en nuestros cuerpos y poniéndose en contacto con nuestras almas. Dichos ídolos no solo llevan consigo el retrato fiel de los objetos sino que también reproducen los movimientos anímicos, los hábitos y las pasiones de aquellos a quienes representan.

Se trata de una teoría estrictamente materialista y mecanicista que satisface sin embargo la opinión tan común en la antigüedad sobre el carácter adivinatorio de los sueños y sobre la intervención de dioses y demonios en los mismos.

Aristóteles es sin duda el autor de la obra más importante que sobre los sueños produjo la Grecia clásica. En su Parva Naturalis hay tres escritos consagrados al tema. El primero dedicado al estudio del fenómeno del dormir, el segundo a los sueños y el tercero a la adivinación a través de los mismos. Sus planteamientos son puramente fisiológicos descarta el origen divino de los mismos y atribuye su causa a las facultades propias del alma del soñador. A partir de él los sueños ingresan en el campo de la Psicología.

“Dado que lo imaginativo es lo mismo que lo sensitivo pero que la esencia de lo imaginativo y de lo sensitivo es diferente y teniendo en cuenta que la imaginación es el movimiento que se produce por la sensación en acto y que los sueños son una cierta imagen, es evidente que soñar es propio de la facultad sensitiva del alma en la medida que ésta es imaginativa”.

El último personaje a destacar en lo tocante a los sueños en esta cultura es Artemidoro de Daldis. Escribió un tratado sobre onirocrítica dividido en cinco libros que es un auténtico compendio teórico-práctico del saber de la época. Basándose en una extensa tradición hermenéutica del mundo griego, difundió una clasificación de los sueños que se impondría hasta el siglo XIX. El método expuesto en su tratado tomaba en consideración no sólo el contenido del sueño sino también el carácter y circunstancias de quien lo había soñado: hombre o mujer, persona importante o simple esclavo. Sus teorías se difundirían en la Edad Media latina y europea gracias al comentario compuesto por Macrobio en su texto Somnium Scipionis sobre la clasificación de Artemidoro, que Cicerón incorporó en su De República.

Los sueños se clasificaban según Artemidoro en dos tipos, de acuerdo a la posibilidad de aplicar o no sobre ellos el arte de la adivinación. A los sueños que predecían el futuro los dividía en tres clases: el sueño enigmático, en griego oneiros, en latín somnium; la visión profética, en griego horama, en latín visio; y el sueño oracular, en griego chrematismos, en latín oraculum. A los sueños que carecían de significación profética los dividía en pesadilla, en griego enhypnion, en latín insomnium; y, aparición en griego phantasma, que Cicerón llama visum. Los antiguos entendían que las pesadillas se originaban en ansiedades diurnas que perturbaban la mente de quienes soñaban.

De la civilización romana en relación con los sueños se puede decir que en líneas generales continuaron las diferentes tradiciones clásicas. En Roma se continuó practicando la incubación de sueños y la adivinación estuvo a cargo de un cuerpo sacerdotal dedicado a ello, los Necori.

Entre los romanos encontramos a los primeros cristianos que escribieron sobre los sueños. Uno de ellos fue Tertuliano, que en su obra De Anima ofrece una verdadera teología del sueño y desarrolla la idea de que los sueños son uno de los caminos para acceder al conocimiento de Dios. Es el primero que introduce en la génesis de los sueños la figura del Diablo, lo que permite dar una explicación más dinámica a la bipolaridad tan habitual que encontramos en los mismos.

Sinesio de Cirene, escribió un pequeño tratado Sobre los Sueños. Siguiendo la vía abierta por Artemidoro en relación con la personalización de la interpretación onírica, Sinesio la profundizó al subrayar la absoluta subjetividad de los sueños, convirtiendo al soñador en el instrumento privilegiado para acceder a una correcta interpretación, lo cual anticipa en cierto sentido, el método freudiano de la asociación libre.

Me he dejado en el tintero muchos autores y épocas que también se preocuparon por aportar nuevas visiones e interpretaciones a esta incógnita que es el soñar. Para quienes estéis interesados en el tema, os dejo un enlace donde poder ampliar conocimientos: http://www.terra.es/personal2/r.lafita/home.htm#progresión. En el siguiente post trataré sobre los avances más recientes acerca de este mismo tema (espero no estar resultando demasiado pesada con esto).

9 comentarios:

  1. Muy buen trabajo de recopilación y síntesis. Te animo a que lo continúes. Vemos que no fue sólo a Freud a quien se le ocurrió aquello de la interpretación de los sueños, sino que el asunto venía de lejos (en tiempo y espacio): Mesopotamia, Egipto, la antigua Grecia...
    Un saludo y... a preparar la segunda entrega.

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  2. Muchas gracias por los ánimos Cayetano, con gente como tú da gusto compartir aquello que se aprende.

    Yo creo que Freud aprovechó el conocimiento anterior a él, como hace todo estudioso, para elaborar sus teorías respecto al mundo onírico y adaptarlas a la época en la que vivió. Que mejor caldo de cultivo para la represión, que él veía en todo, que la época victoriana.

    Un saludo y gracias de nuevo por tus amables palabras.

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  3. No eres pesada, sencillamente escribes muy bien y el tema de los sueños es muy interesante.

    Besos.

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  4. Muchísimas gracias vangelisa, lo mismo que le he dicho a Cayetano te lo digo a ti, así da gusto. Sois muy amables. Me alegra mucho que participéis en este blog.

    Besos

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  5. Hola buenas noches aparte de la excelente narrativa es en sumo agrado la informacion, me intereso en el tema de la orinomancia recientemente asi que megustaria me pudieras dar algunas archivos, textos y demas te dejo mi email, si fueras tan amable fernando_lake@hotmail.com gracias
    saludos cordiales

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  6. QUISIERA DECIR QUE LA ONIROLOGIA ES UN CAMPO MUY INTERESANTE,YO SIGO ESTUDIANDOLO QUE ES LA ONIROLOGIA Y TENGO MIS CONCLUSIONES DE QUE ES LA CIENCIA QUE ESTUDIA LO QUE EL DESTINO NOS DEPARA.

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  7. Gracias por aportar tu opinión. Yo no creo que exista un destino predeterminado, pero es mi particular opinión. Un saludo

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  8. ami no me serbio de nada

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  9. hola! me fascina el tema y justo buscando info al respecto encontré tu blog... qué suerte la mía!! veo q te ocupas del conocimiento en general :-) gracias x compartir.. Pienso que los suenos son mucho más importantes de lo que se les a credito actualmente, a pesar de Freud.
    Hay muchísimo que estudiar sobre ese estado de la conciencia, no crees?

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