14 dic 2008

¿Involucionamos?

Cuando la palabra, como instrumento evolutivo, pierde su valor y pasa a ser reemplazada por el gesto o por el acto inmediato, podemos decir que estamos involucionando, perdiendo nuestra condición de seres humanos.

En los primeros años de vida, el ser humano hace un recorrido por la evolución filogenética, de manera que, alrededor de los dos años de vida es capaz de pensar y actuar de la misma manera que lo hacen los animales superiores, es decir, tiene pensamiento sígnico, enlazado a la acción. Esta forma de pensamiento no se pierde, pero sí evoluciona: La FUNCIÓN SIMBÓLICA, o FUNCIÓN SEMIÓTICA que aparece alrededor de los dos años de vida, se manifiesta, entre otras conductas, en el PENSAMIENTO SIMBÓLICO y LA PALABRA, despegando definitivamente el pensamiento de la acción al adquirir el lenguaje articulado que nos eleva a la condición de seres humanos diferenciándonos, de esta manera, del animal. De ahí en más, el pensamiento humano se irá desarrollando hasta alcanzar, en la adolescencia, la lógica formal. Entonces, se es capaz de hacer deducciones y no es necesario remitirse a la expresión concreta para resolver una cuestión. Es un pensamiento puro porque es independiente de la acción. (Fuente: Maritza Barreto)

Tras esta pequeña introducción, me pregunto hasta qué punto estamos menospreciando el uso del lenguaje. Como bien dice Maritza Barreto, alrededor de los dos años, aparece el pensamiento simbólico y la palabra, desligando el pensamiento de la acción, es entonces cuando nos comunicamos con el entorno a través de un código de signos provistos de significante y significado, ampliando nuestras posibilidades de comunicación, sin quedar limitados a la simple manipulación de objetos ni al lenguaje gestual. Este avance evolutivo nos abre todo un mundo de posibilidades, entre ellas, ser capaces de informar al otro de aquello que nos gusta o disgusta sin tener que romper a reír o a llorar para que se nos entienda. Conforme crecemos vamos adquiriendo práctica en el uso del lenguaje, ampliando nuestro vocabulario y descubriendo las reacciones que nuestras expresiones producen en los demás. Todo esto que resulta tan obvio y certero, acaba siendo cuestionable ante la oleada de violencia que vivimos directa o indirectamente en estos tiempos que corren. Es como un retroceso a la etapa presimbólica de la niñez, una vuelta al pensamiento concreto, desde el afecto a la acción, sin que medie proceso cognoscitivo alguno, en este caso el pensamiento, la reflexión a través de la palabra.

La violencia actualmente es un hecho, y todos la sufrimos. Pero ¿qué es violencia?, es el producto de un afecto negativo que cuando no se canaliza, cuando no se racionaliza, se expresa de forma impulsiva, agresiva, destructiva, irracional. Muchos afectos negativos nos pueden conducir a la violencia, pero hay uno en concreto que, bajo mi punto de vista, se ha convertido en una pandemia, estoy hablando de la frustración. Este sentimiento surge de la imposibilidad de satisfacer una necesidad o un deseo y se acompaña de tristeza, decepción, desilusión, ira, impotencia.

La sociedad alenta un prototipo de individuo al margen de jerarquías y castas sociales, un individuo que no sólo se mueve por necesidades básicas, sino por una serie de posesiones materiales que esa misma sociedad le dice que necesita, derivando al “tanto tienes tanto vales”. Se nos vende la meta de alcanzar la cúspide social, como a un burro cuando se le coloca una zanahoria delante, aunque por más que avance hacia ella no logre alcanzarla. La otra cara de la moneda es que formamos parte de una jerarquía social, y no todos alcanzaremos la cima, por mucho que se nos motive a ello es innegable que la sociedad no abre a todos las mismas puertas.
En muchos casos, el producto del trabajo no es suficiente para alcanzar aquello que se impone en forma de artículos tangibles o intangibles, y cuando se llega a obtener, pronto un nuevo producto deja su adquisición obsoleta. A causa de estas exigencias nos endeudamos. Esta situación es insostenible para muchas personas que acaban frustrándose al comprobar sus límites, y ese estado de angustia les lleva a destruir todo aquello que conforma su realidad, que les recuerda quiénes son y quienes no van ser jamás. Es entonces cuando, en esa debilidad, se vuelca en el consumo de alcohol, drogas y, en algunos casos, violencia. El individuo actual está signado por la inmediatez, de los afectos a la acción.

3 comentarios:

  1. Hola wuapa, llevas mucha razón en tu articulo. creo que entiendo algo de fustraciones,adicciones y varias ones más que no vienen al caso.Y si como bien dices vivimos en una sociedad que cada dia nos impulsa más hacia la involución. yo por mi parte intentare que no me afecte más de lo necesario. Un beso muy grande y mucha suerte en esta andadura.

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  2. Muchas gracias wapa por opinar y por tus ánimos. Besotes!!!!!!

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  3. MALAVIDA

    SOY MARITZA BARRETO Y HE LEIDO TU TRABAJO "INVOLUCIONAMOS?".
    QUIERO FELICITARTE POR LA FORMA Y EL CONTENIDO CON QUE LO HAS HECHO, A LA VEZ QUE AGRADECER HAYAS LEÍDO Y ALUDIDO MI ARTICULO.
    ME GUSTARIA SABER QUIEN ERES E INVITARTE A VISITAR MI PAGINA:
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    Atte.MARITZA BARRETO (VIÑA DEL MAR-CHILE)

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